¿Qué sabemos sobre lo que tenemos bajo nuestros pies?
La capa superior del suelo, es decir, la parte cultivable del suelo, en nuestros jardines se produce principalmente a partir de la desintegración de las rocas y la descomposición de la materia orgánica. Varias observaciones durante períodos muy largos, varios cientos de años, muestran que se forma a razón de un milímetro cada seis años en promedio. Es fácil comprender la preciosa naturaleza de esta fina capa de suelo que nos permite cultivar nuestras plantas y verduras. La tierra es un elemento vivo en constante cambio, especialmente bajo el efecto de las culturas. Por ello, es necesario procurar que los distintos elementos que lo componen se mantengan el mayor tiempo posible en proporciones adecuadas al tipo de cultura que se desea desarrollar allí.
¿De qué está hecha la tierra?
Primero hablemos de la textura de la tierra. Está determinada por los principales elementos físicos que la componen, a saber, arena, arcilla, piedra caliza y humus. La resistencia del suelo dependerá de sus respectivas proporciones en el suelo: polvoriento, compacto, pedregoso, pegajoso. Hay diferentes formas de corregir la textura del suelo en un jardín pequeño, agregando, según sea necesario, arena de río, turba rubia o arcilla. El suelo de jardín ideal es suelo suelto que funciona bien y funciona bien, promoviendo así la producción de humus. Un análisis sensorial puede ser suficiente para identificar el tipo de suelo, los hay de varios tipos: técnica de embutido, tarro, sabor, cuchillo, lavado … encontrarás muchos en Internet, a veces ingeniosos y divertidos. Detengámonos por un momento en el humus, que es el principal elemento de la tierra cultivable. Es él quien nutre las plantas, promueve la actividad biológica del suelo y fortalece su estructura. La tierra sin humus es tierra muerta. El humus proviene de la descomposición natural de materia orgánica como residuos vegetales, raíces de plantas muertas, tallos y hojas muertas, pero también estiércol, turba, compost, tierra para macetas. Esta descomposición se debe al oxígeno, pero se acelera enormemente por la presencia de microorganismos que habitan el suelo -bacterias, hongos- que trabajan incansablemente para transformar la materia orgánica. Es el humus el que nutrirá a las plantas proporcionándoles los nutrientes necesarios. También tiene un papel estructurante para los suelos. Un refrán muy antiguo dice que “el humus da cuerpo a los suelos ligeros y suaviza los suelos compactados”. Al mejorar el suelo mediante la adición de materia orgánica, también se modifican sus características, de modo que el suelo arcilloso se volverá más permeable y el suelo arenoso aumentará su capacidad de retención de agua. La tierra también se caracteriza por una tasa de acidez (pH) y por la presencia de muchos elementos químicos. Siempre es bueno conocer el pH del suelo de su jardín, ya que algunas plantas se negarán a crecer en un ambiente ácido (pH bajo) y otras en un ambiente alcalino (pH alto). Si solo está interesado en conocer el pH de su suelo, encontrará kits de color económicos y listos para usar en los centros de jardinería. Si quieres saberlo todo sobre tu terreno, el análisis se realiza en el laboratorio a partir de muestras: esta es una solución cara (alrededor de 80 euros), pero que da resultados detallados, valiosos cuando se inicia un huerto.
Estos son algunos de los elementos que se medirán en el caso de un análisis de laboratorio: -
pH : determina cómo se comportan los nutrientes en el suelo. Elegiremos plantas adaptadas al pH del suelo en el que se cultivarán. Algunas plantas aprecian un ambiente ácido (brezos y rododendros, por ejemplo), otras solo crecen en suelos alcalinos (caléndulas y campanillas, por ejemplo). En el caso que nos ocupa, huerto y huerto, el pH del suelo debe ser neutro o básico (pH = 7), o incluso ligeramente ácido (6.5 Nitrógeno (N): es el elemento básico que beneficia al suelo. Aéreo parte de las plantas: tallos y follaje.
Fósforo (P) : este elemento refuerza la resistencia de las plantas y contribuye al desarrollo de las raíces. -
Potasio (K) : este elemento contribuye a la floración y al desarrollo de los frutos. Encontrará los denominados fertilizantes NPK en centros de jardinería con dosis variables. Por ejemplo, un fertilizante NPK 9-14-19 corresponde a una dosis de 9% de Nitrógeno (N), 14% de Fósforo (P) y 19% de Potasio (K): es la combinación típica de un fertilizante para rosas. También se buscan otros elementos, como el calcio, el magnesio, el porcentaje de materia orgánica, etc. Tenga en cuenta que estos análisis deben ser comentados para poder realizar las correcciones necesarias.
¿Cómo reconocer los diferentes tipos de suelo?
Sin recurrir a un análisis de laboratorio, aquí tienes algunas pistas que te darán una primera idea del tipo de suelo de tu jardín. Tenga en cuenta que las plantas que crecen espontáneamente en su tierra son un buen indicador de la acidez del suelo: se denominan plantas “bioindicadoras”. Si no hay un suelo ideal, un buen compromiso - para un suelo fácil de trabajar, drenante y ligeramente ácido adecuado para el cultivo en nuestros jardines y huertas - podría ser un suelo compuesto respectivamente de 65% de arena, 15% de arcilla, 10% de piedra caliza. y 10% de humus. A menudo hablamos de
tierra libre. Plantas indicadoras orgánicas:
Pamplina blanca, llantén lanceolado, alfalfa manchada, ranúnculo, acedera grande … Estamos hablando de un
suelo arcilloso cuando está pegajoso cuando está mojado. Ligeramente húmedo, se adhiere a las herramientas y se agrupa debajo de las plantas. Esta misma tierra estará muy dura durante el verano, formando grietas en su superficie, y si empieza a llover, el agua se estancará allí. Los suelos arcillosos son bastante ácidos, pero a veces alcalinos. Plantas indicadoras orgánicas:
enredadera de campo, colchicum, menta, margarita, ranúnculo salvaje, pelus spurge … Posibles mejoras: drenaje, aclarado de suelos (turba, arena) y enmienda de materia orgánica (compost, estiércol, etc.). El encalado es posible sin exceso. Por el contrario, un
suelo arenoso Dónde
silíceo no tendrá agarre, se desmoronará incluso cuando esté mojado. Los suelos arenosos se reconocen por su gran permeabilidad, tragando agua y requiriendo riegos cortos y frecuentes en verano. Es una tierra muy aireada, lo que le permite estar menos sujeta a variaciones bruscas de temperatura en invierno y verano. Las tierras silíceas generalmente tienen un pH bastante neutro, pero pueden ser ácidas o alcalinas. Plantas indicadoras orgánicas:
brezo, retama, verdolaga, sisymbre sabiduría, cola de caballo, acedera, vicia de 4 semillas … Posibles mejoras: importantes aportes de materia orgánica (compost, estiércol, mantillo, etc.), arcilla y abonos verdes.
A
suelo de piedra caliza Puede reconocerse por su color claro y lechoso así como por las numerosas piedras que lo componen. Funciona bastante bien en condiciones normales, pero se vuelve pegajoso cuando está mojado. Es una tierra que absorbe bien el agua y la retiene bien. Los suelos de piedra caliza nunca son ácidos. Plantas indicadoras orgánicas:
caléndula, spurge delgado, hawkweed picris, cardo común, campanilla, mostaza silvestre, mignonette amarillo, silenus hinchado, cinquefoil primavera, ranúnculo bulboso … Posibles mejoras: enmiendas (tierra de brezo, estiércol, turba rubia) y especialmente abonos verdes (mostaza, trébol, altramuz blanco, arveja…). los
suelo de humus tiene un color pardusco oscuro. Absorbe bien el agua y la almacena bien, a veces demasiado con el riesgo de empaparse. En verano, tiende a secarse rápidamente. Se mantiene mal, pero es fácil trabajar con él. Su fertilidad la hace muy cercana al famoso suelo que bien conoces. Suelen ser tierras ácidas. Plantas indicadoras orgánicas:
brezo, helecho, retama, musgo, seta, llantén lanceolado, amapola … Posibles mejoras: aporte de tierra vegetal de tipo arcillo-calizo o encalado si es necesario para reducir la acidez, drenaje, fertilizante, pero limitado en nitrógeno. No es raro encontrar estos cuatro tipos de suelo de forma compuesta. En efecto, tenemos que ver más a menudo con suelos arcillo-calcáreos, silicoarcillosos, arenosos-limosos, arcillosos-francos, limosos …
La Tierra es un entorno extremadamente complejo desde el punto de vista químico en el que se producen reacciones de todo tipo, modificando constantemente su composición y su acidez. Una de las funciones del jardinero será garantizar que se mantenga un equilibrio saludable entre todos estos componentes para la buena salud de sus plantas.